viernes, 21 de agosto de 2009

MITOLOGIA: NARCISO Y ECO

MITOLOGIA: NARCISO Y ECO

MITOLOGIA: NARCISO Y ECO

NARCISO Y ECO

Narciso, hijo del río Céfiso y la bella Liríope, era tan hermoso que desde el momento de nacer fue amado por todas las ninfas. Su madre acudió al adivino Tiresias para que le pronosticara si su hijo viviría muchos años. La respuesta, fue:
- Tu hijo vivirá muchos años si no se ve a sí mismo.

--------------------------------------------------------------------------------

Creció Narciso, con tales gracias que las mujeres le perseguían para amarle, pero él las rechazaba a todas. Un día que Narciso paseaba por el bosque le sorprendió la ninfa Eco que había sido castigada por la diosa Hera, esposa de Zeus, a que jamás podría hablar por completo; su boca sólo podría pronunciar las últimas sílabas de aquello que escuchara.

--------------------------------------------------------------------------------

Eco se enamoró de Narciso nada más verlo y le fue siguiendo sin que él se diera cuenta. Cuando se decidió a acercarse las palabras se negaron a salir de su boca y se ocultó detrás de un árbol seco.
Mientras tanto Narciso hablaba con las flores del bosque:
- Hermosa flor, flor olorosa...
- Rosa, -repitió Eco-.
Narciso escuchó la voz de Eco y gritó:
- ¿Hay alguien por aquí?
- Aquí, aquí, -respondió la ninfa-.
Narciso, al oír a Eco, contestó:
- ¿Quién se oculta cerca de ese árbol seco?
Y la bella ninfa salió de entre los árboles con los brazos abiertos diciendo:
- Eco, Eco.
Cuando se encuentran, Eco abraza a Narciso, pero éste la rechaza y le dice:
- No pensarás que yo te amo...
- ¡Yo te amo!, ¡yo te amo!, -le contesta Eco-.
Entonces gritó Narciso:
- No puedo amarte.
- Puedo amarte, -repetía con pasión Eco-.
Narciso huye entre los árboles diciendo:
- No me sigas, ¡adiós!
- Adiós, adiós, -contesta Eco-.

--------------------------------------------------------------------------------

La menospreciada Eco se refugia en el espesor del bosque. Consumida por su terrible pasión, delira, se enfurece y piensa: «Ojalá cuando él ame como yo le amo, se desespere como me desespero yo».
Némesis, diosa de la venganza, escuchó su ruego. En un tranquilo valle había una laguna, de aguas claras, que jamás había sido enturbiada, ni por el cieno, ni por los hocicos de los ganados. A esa laguna llegó Narciso y, cuando se tumbó en la hierba para beber, Cupido le clavó, por la espalda, su flecha del amor,... lo primero que vio Narciso fue su propia imagen, reflejada en las limpias aguas y creyó que aquel rostro hermosísimo que contemplaba era el de un ser real, ajeno a sí mismo. Se enamoró de aquellos ojos que relucían como luceros, de aquellas mejillas imberbes, de aquel cuello esbelto, de aquellos cabellos negros. Se había enamorado de... él mismo y ya no le importó nada más que su imagen. Permaneció largo tiempo contemplándose en el estanque y poco a poco fue tomando los frescos colores de esas manzanas, coloradas por un lado, blanquecinas y doradas por otro, transformándose lentamente en una flor hermosísima que al borde de las aguas seguía contemplándose en el espejo del lago.

En el mismo instante en que Narciso se transformó en flor, Eco se desmoronó en la hierba, muerta de amor. El cuerpo de Eco nunca se pudo encontrar pero en los montes y valles de cualquier parte del mundo, aún responde a las últimas sílabas de las voces humanas.
LEYENDA DEL CEIBO
Fuente: elhuevodechocolate.com
Mitologia: Narciso y Eco, Mitologia para niños: Narciso y Eco

4 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

valla esto es una gran mentira porque estos dioses no existe mas q uno solo y ese es nuestro dios poderoso.

8 de febrero de 2010, 15:18  
Anonymous Anónimo ha dicho...

esto es una mentira

8 de febrero de 2010, 15:21  
Blogger Mónica ha dicho...

Es una de las perlas más preciadas de la literatura clásica. Me honro de conocer este tipo de textos lo cual enriquece mi vocabulario y mi sintaxis. Lamento por aquellas personas que no ven más allá de su fanatismo exacerbado la forma y la riqueza de los mitos griegos. Saludos.
Mónica.-

13 de septiembre de 2012, 22:44  
Blogger Mónica ha dicho...

Creo que esta es una de las perlas más preciadas de la literatura clásica (¡qué no lo sería!). Lo lamento por aquellas personas, que por su fanatismo exacerbado, no pueden apreciar este tipo de textos, que a la vez que enriquecen la mentalidad, también lo hace en el vocabulario.
Saludos, Mónica.-

13 de septiembre de 2012, 22:46  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio